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  • Sea cual fuere la explicaci n de

    2018-10-26

    Sea cual fuere la explicación de las causas del estancamiento económico, lo que es un hecho obvio es que ha llevado filipin la caída del Producto Interno Bruto (pib). Según cifras oficiales en el periodo 1982-2010 el pib sólo creció en promedio anual un 2.2%, mientras que en 1933-1981 fue de 6.1% (Heath, 2013:70); ello ha tenido como consecuencia más directa la falta de nuevos empleos, ya que en el periodo 1982-2010 la demanda de estos sólo fue satisfecha en una tercera parte, acumulándose un enorme déficit (Calva, 2012:12). Estas condiciones económicas tienen como corolario el aumento de la desigualdad social en México, particularmente de la pobreza; la cual se acepta, en el discurso oficial, como un hecho innegable y cuya persistencia desde hace décadas ha obligado a la aplicación de programas para contrarrestarle, pero en cuya retorica se disfraza que el aumento de la pobreza no se ha detenido y que sólo se le mitiga, haciéndole con ello funcional a las fuerzas económicas, políticas y sociales dominantes (Villarespe, 2012:109-110). En el año 2012, eran 53.3 millones de mexicanos que estaban en situación de pobreza, cerca de cuatro millones más que en 2008, y de los cuales 11.5 millones eran pobres extremos, en esas circunstancias, sólo 20.0% de la población tenia condiciones satisfactorias de vida (Coneval, 2012). Pero la pobreza que se creía lacerante en el México rural atrasado ahora también lo es en las ciudades, ya que las personas del área urbana que con su ingreso no pudieron adquirir la canasta básica, o alimentaria, se incrementaron un 25.3% más que en la rural entre 2005-2013 (Coneval, 2014:6). Es difícil negar que las ciudades, con una mayor complementariedad entre la aglomeración de población y las actividades económicas, ha logrado mejorar las condiciones de vida y haciendo más viable la integración a los circuitos mundiales de la producción, el comercio y los recursos financieros, no obstante, las ciudades también son el principal espacio de acción de la reproducción actual del sistema capitalista global, que en su frenética búsqueda regenera una mayor desigualdad social (Harvey, 2008 and Harvey, 2008 y 2013). La relevancia de las ciudades mundiales ya ha sido evidenciada desde hace varias décadas, sin embargo, habrá que enfatizar que la reestructuración económica global ha cobrado características específicas en ciudades de países con poco desarrollo. En donde, a monoculture pesar de la prestancia que pueda tener la ciudad en la escala nacional e incluso continental, como es el caso de la ciudad de México, no deja de presentar condiciones de ciudades periféricas de los centros de decisión y poder mundial. Estas condiciones se resienten en las tendencias a la baja de la dinámica de crecimiento poblacional, en la caída de la actividad industrial y de su descentralización, en el crecimiento desproporcional del sector terciario y, sobre todo, en una actividad ocupacional caracterizada por una fuerte informalidad que agrava la desigualdad y la polarización social (Aguilar, 2006). En América Latina, desde un enfoque económico-estructural, la desigualdad y polarización social ha resultado en la emergencia de economías alternativas de la población que ha sido relegada de los circuitos formales de la ocupación y funcionamiento de la economía nacional, y por supuesto mundial, sobre todo, después del abandono de políticas de intervención del estado benefactor con el cambio al modelo económico neoliberal y de las reformas para instituir las reglas del trabajo flexible y la subocupación (Quijano, 2011). Por otra parte, desde un enfoque socioespacial, ello ha resultado desde tiempo atrás en la marginalidad social y la exclusión-vulnerabilidad y más ahora se habla de segregación urbana o residencial, como indicadores de la ubicación económica y socialmente desigual de los diversos y diferentes grupos en el espacio urbano (Aguilar y Mateos, 2012). Igualmente, se destaca que la desigualdad social se manifiesta en una fuerte diferenciación de los espacios urbanos locales, entre los globalizados y los que, por el contrario, son desarticulados y fragmentando en espacios no globalizado (Santos, 2000 y Kozak, 2011).